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La inteligencia emocional en la salud

Tras la pandemia, parece que las personas tenemos cada vez más presente la importancia de cuidar lo que conocemos como “salud emocional”. Con esto nos referimos a ser conscientes de lo que estamos sintiendo en cada momento y saber reaccionar de manera adecuada a cada una de estas emociones

La inteligencia emocional no es una labor sencilla. Todos hemos tenido alguna reacción de la que arrepentirnos, o pasado noches en vela pensando algo que habríamos podido gestionar mejor. Sin embargo, son estos fallos los que, cuando son bien llevados, nos permiten alcanzar una “madurez emocional”, ya que, como en todo, la mejor escuela es la experiencia.

La furia, la alegría, la tristeza, o el miedo son emociones que expresamos tanto mental como físicamente en momentos concretos. Aunque cada una es diferente, todas alteran nuestro equilibrio y que ocurre que la salud emocional y la salud física tienen una relación bidireccional y compleja.

¿Hasta qué punto afectan las emociones a la salud física?

Aunque no solamos tenerlas en cuenta, las emociones suelen ir acompañadas de reacciones físicas, un sudor de manos, tensión en la mandíbula, un aumento de la temperatura corporal… Estas pequeñas alteraciones son solo los ejemplos más ligeros de los efectos físicos de las emociones. No por nada estar estreñido se relaciona con el estrés.

Hay afecciones mucho más graves en las que una mala gestión emocional es un detonante claro. Siguiendo la línea anterior, un largo periodo de malestar emocional puede desembocar en insomnio, una subida de la tensión arterial o úlceras en el estómago.

Pero no todo es negativo. El bienestar emocional conlleva varias ventajas físicas. Incluso se podría decir que uno de los grandes puntos positivos de mantener una buena salud mental está en como este se refleja en la salud de nuestro cuerpo. Uno de los ejemplos más claros es la risa, una de las principales expresiones de emocionalidad positiva, que está estrechamente relacionada con el aumento de endorfinas y ciertas hormonas que nos ayudan a conciliar el sueño.

¿Y en la salud mental?

Las emociones tienen un impacto directo en la salud mental. De la misma forma que hablábamos en el apartado anterior en lo referido a patologías físicas, una mala gestión emocional puede llevar a trastornos mentales graves, que tendrán sus propias consecuencias. Algunos ejemplos de cómo las emociones y la gestión emocional pueden influir en la aparición de trastornos y patologías incluyen:

  • Ansiedad: La ansiedad es un trastorno que se caracteriza por sentimientos intensos de preocupación, miedo o inquietud que pueden interferir en la vida cotidiana. La mala gestión emocional, como la incapacidad de controlar la preocupación o la tendencia a evitar situaciones que se perciben como amenazantes, puede aumentar el riesgo de desarrollar ansiedad.
  • Depresión: La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por sentimientos de tristeza, pérdida de interés o placer en las actividades, falta de energía y dificultad para dormir. Una mala gestión emocional, como la falta de habilidades para manejar la tristeza o la tendencia a reprimir las emociones, puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión.
  • Trastornos alimentarios: Los trastornos alimentarios, como la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa, pueden estar relacionados con una mala gestión emocional. Las emociones como la ansiedad o el estrés pueden desencadenar comportamientos alimentarios desordenados, como la restricción alimentaria o los atracones.
  • Trastornos de la conducta alimentaria: Los trastornos de la conducta alimentaria, como la conducta alimentaria restrictiva/evitativa y la rumiación, también pueden estar relacionados con una mala gestión emocional. Las emociones intensas o la incapacidad para regular las emociones pueden llevar a la evitación de ciertos alimentos o a la rumiación persistente sobre la comida.
  • Trastornos de la personalidad: Los trastornos de la personalidad, como el trastorno límite de la personalidad, también pueden estar relacionados con la mala gestión emocional. Las personas con trastornos de la personalidad pueden tener dificultades para regular las emociones y pueden experimentar cambios de humor intensos y frecuentes.

¿Podemos controlar nuestras emociones?

Todas las personas tenemos autocontrol de nuestra mente y cuerpo, pero es ciertamente difícil alcanzar un manejo total de nuestras emociones. Existen situaciones en las que estas hacen que nos dejemos llevar y caigamos en hábitos y reacciones que nos lastran y perjudican. Estas son inevitables, y una parte importante de la gestión emocional, es ser consciente de ello.

La gestión emocional es más de ser consciente de tus emociones y reacciones, aceptarlas y saber llevarlas de la mejor forma posible, y de ser necesario, expresarlas apropiadamente.

¿Cómo podemos mejorar la gestión de nuestras emociones?

Trabajar la inteligencia emocional es el primer paso para empezar a conocernos, reconocer lo que sentimos con cada emoción y como resultado saber como actuar en cada situación. El objetivo principal siempre será conseguir reducir la inestabilidad emocional o sensaciones negativas.

Además, desde Viamed te recordamos que necesitar ayuda no es una ‘locura’, las personas necesitamos hablar y si es necesario pedir ayuda. Existen emociones negativas que pueden llegar a afectar a nuestro bienestar, por ello es esencial trabajar y desarrollar nuestras capacidades de inteligencia emocional.

¿Cómo puedo empezar?

Todos conocemos la primera técnica recomendada para mejorar la gestión emocional, la meditación, aunque si es cierto que muchas personas prefieren realizar otro tipo de actividades o comienzan, pero lo dejan ‘para otro día’.

Meditar puede llegar a calmar a las personas, y hacer un análisis profundo de la situación, y en consecuencia reduce la ansiedad en las personas. Pero como ya hemos comentado anteriormente, la meditación requiere mucha paciencia con uno mismo. Si ese es tu caso, realizar deporte también funciona para regular emociones como la rabia, que mejor manera para liberar todas nuestras tensiones, además, mejoras tus condiciones físicas y eso siempre viene bien.

Si crees que no eres mucho de meditación ni de hacer ejercicio, deberías considerar dormir. Aunque no lo creas, mientras duermes dejas reposar todas tus emociones, ¿nunca te has dormido enfadado y te has levantado mucho más relajado?

Y si dormir tampoco es tu punto fuerte, existen ciento de actividades que pueden ayudarte en la gestión de tus emociones, y lo mejor es que puedes elegirlas tú mismo. Buscar la tranquilidad en actividades que disfrutas también es una manera de crecer personalmente, paseando por un parque, pintando con música, paseando a tu mascota. La cuestión es encontrar en esa soledad tu paz mental, de tal forma que puedas ser capaz de reflexionar y mejorar día a día.

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