Como cada año, este 3 de marzo se celebra el Día Mundial de la Audición. Actualmente un 8% de la población de España, tiene algún tipo de discapacidad auditiva, es decir, más de dos millones de personas.
Síntomas de las enfermedades auditivas
En muchas ocasiones, la pérdida auditiva se manifiesta de forma sutil, lo que complica su diagnóstico. La dificultad para comprender las palabras en ambientes ruidosos, en ambientes reverberantes, cuando hablan varias personas a la vez o la dificultad para localizar de dónde provienen los sonidos, son algunas de las situaciones, que pueden revelar la existencia de problemas de audición.
Existen síntomas más claros de estar sufriendo una enfermedad auditiva, como la presencia de un ruido persistente en uno o en los dos oídos, mareos o crisis de vértigo, dolor de oído, supuración o salida de sangre.
¿Cómo prevenir la pérdida de audición?
Para evitar la pérdida de audición, es importante llevar un control desde la vida intrauterina, cuando se deben prevenir enfermedades infecciosas o déficits nutricionales. Tras el parto, es esencial, efectuar una adecuada vacunación, que prevenga de enfermedades como la meningitis.
Se debe acudir al especialista, cuando existan datos que nos hagan sospechar una pérdida auditiva. Por ejemplo, la ausencia de sobresalto ante un ruido fuerte o la falta de respuesta a la voz de la madre, en recién nacidos y lactantes. En niños a partir de 12-18 meses la ausencia de lenguaje, falta de respuesta a órdenes sencillas como coger o señalar un objeto.
Tanto en niños como en adultos, se debe evitar la exposición a ruidos fuertes, ruidos impulsivos o ruidos durante periodos de tiempo prolongado. En la medida de lo posible, se debe prescindir de los fármacos tóxicos para el oído como algunos antiinflamatorios y diuréticos. Y en cuanto a la limpieza de los oídos, lo recomendable es no introducir objetos, ya que, pueden producir heridas o perforaciones.
Las revisiones periódicas son muy importantes para detectar y prevenir problemas que puedan ocasionar pérdida auditiva, como infecciones del oído, acúmulo de moco en el oído, perforaciones de la membrana timpánica, enfermedades autoinmunes, etc. En especial para pacientes que tengan un riesgo especial de desarrollar pérdida auditiva, como pueden ser las personas con antecedentes de sordera en la familia, enfermedades sistémicas, tratamientos de quimioterapia, exposición crónica al ruido o que hayan sufrido golpes en la cabeza.
