El frenillo lingual o sublingual ha cobrado gran relevancia en los últimos años, a tal punto que algunas voces lo consideran una “moda”. Sin embargo, este no es un concepto nuevo; ya en la antigua Grecia se mencionaban sus implicaciones en tratados médicos. Lo que ha cambiado en la actualidad es la mayor conciencia sobre la importancia de la lactancia materna, lo que ha llevado a identificar más casos de bebés con dificultades para succión que pueden estar relacionadas con esta condición.
En el pasado, cuando un bebé tenía problemas para amamantar, muchas veces se recomendaba directamente la alimentación con biberón. Sin embargo, las consecuencias de una restricción en el movimiento de la lengua pueden ir mucho más allá de la lactancia y afectar a lo largo de toda la vida, independientemente de si el bebé es alimentado con leche materna o con fórmula.
¿Qué es el frenillo lingual y cómo puede afectar?
Todos los bebés tienen frenillo lingual; lo que varía es su longitud y elasticidad. Cuando este tejido es demasiado corto o restrictivo, puede limitar el movimiento de la lengua, afectando su capacidad para realizar correctamente sus funciones.
Un frenillo lingual restrictivo puede provocar:
- Dificultades en la lactancia materna, como un agarre ineficaz o succión poco eficiente.
- Problemas en el desarrollo orofacial, afectando la alineación de la mandíbula y la estructura del paladar.
- Alteraciones en el habla en edades posteriores.
- Dificultades en la deglución o en la masticación de alimentos sólidos.
Por este motivo, no solo los bebés amamantados pueden verse afectados por esta condición; los niños alimentados con biberón también pueden experimentar consecuencias a largo plazo si el frenillo limita la movilidad de la lengua.
Diagnóstico: no solo se trata de “sacar la lengua”
La evaluación del frenillo lingual debe realizarse desde un enfoque anatómico y funcional. No basta con observar si el bebé es capaz de sacar la lengua o levantarla ligeramente; es necesario evaluar su movilidad completa y cómo afecta a su capacidad de succión y deglución.
Cuando la restricción del frenillo es significativa y genera una limitación funcional, se habla de anquiloglosia, es decir, un anclaje de la lengua al suelo de la boca que impide su correcto movimiento.
¿Cuándo es necesario tratar el frenillo lingual?
El abordaje del frenillo lingual depende del grado de restricción y de sus implicaciones en la alimentación y desarrollo del bebé. Existen diferentes opciones de tratamiento:
- Observación: En casos leves, si no hay síntomas que afecten la alimentación o el desarrollo, no es necesario intervenir.
- Fisioterapia orofacial: A través de ejercicios específicos, se puede mejorar la movilidad de la lengua sin necesidad de cirugía.
- Intervención quirúrgica (frenotomía o frenectomía): Se recomienda cuando hay una restricción importante que afecta la funcionalidad de la lengua.
Cirugía del frenillo lingual: ¿qué tener en cuenta?
Si se determina que la cirugía es necesaria, hay dos aspectos fundamentales para asegurar el éxito del procedimiento:
- Técnica quirúrgica adecuada
- Es esencial que la intervención no solo libere el frenillo visible, sino que también trate el tejido submucoso y posterior para garantizar una movilidad completa.
- Ejercicios postoperatorios y seguimiento especializado
- Tras la cirugía, es imprescindible realizar ejercicios específicos durante el proceso de cicatrización (aproximadamente 8 semanas) para evitar adherencias y asegurar la movilidad de la lengua.
- El acompañamiento de un profesional especializado en el seguimiento postoperatorio es clave para lograr buenos resultados.
Un enfoque integral para el bienestar del bebé
El frenillo lingual restrictivo no solo afecta la alimentación en los primeros meses de vida, sino que puede influir en el desarrollo orofacial y en la funcionalidad de la lengua a lo largo del crecimiento.
Si tienes dudas sobre si tu bebé podría tener una limitación en el movimiento de su lengua, es importante acudir a un profesional para una evaluación completa. Con un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado, es posible garantizar el bienestar del bebé y su desarrollo a futuro.