Categorías: Dermatología

El herpes zóster es una infección viral que puede afectar a cualquier persona que haya pasado la varicela en algún momento de su vida. Aunque suele aparecer con más frecuencia en personas mayores de 60 años o en pacientes con el sistema inmunológico debilitado, también puede presentarse en adultos jóvenes. Identificar sus síntomas de manera temprana y acudir a un especialista es fundamental para iniciar un tratamiento eficaz y prevenir complicaciones.

Este artículo ha contado con la colaboración y revisión del Dr. Pablo Villagrasa Boli, dermatólogo en Viamed Santiago, a quien agradecemos su apoyo y validación médica. En él exploramos quién puede padecer herpes zóster, cómo se diagnostica, sus posibles complicaciones y las claves para su tratamiento.

¿Qué es el Herpes zóster?

El herpes zóster es una enfermedad causada por la reactivación del virus varicela zóster, el mismo que provoca la varicela. Una vez pasada la infección, este virus puede permanecer latente en nuestro organismo durante años y, bajo ciertas circunstancias, reactivarse causando síntomas característicos como dolor intenso y erupciones cutáneas.

¿Quién puede padecer herpes zóster?

El herpes zóster aparece debido a la reactivación del virus varicela zóster, que permanece latente en los ganglios dorsales o de los pares craneales tras haber causado una infección inicial (varicela). Esto significa que cualquier persona que haya tenido varicela tiene el riesgo de desarrollarlo.

Algunos datos clave sobre quiénes pueden padecer herpes zóster:

  • Cualquier persona que haya tenido varicela: Se estima que hasta un 90% de los adultos han sido infectados por el virus, y aproximadamente un 20% de la población desarrollará herpes zóster en algún momento de su vida.
  • Más común en mayores de 60 años: La incidencia aumenta con la edad.
  • Personas inmunodeprimidas: Aquellas con enfermedades o tratamientos que debilitan el sistema inmune, como el uso de corticoides, inmunosupresores o quimioterapia.
  • Niños y adolescentes: Aunque menos frecuente, también pueden verse afectados, especialmente si han recibido tratamientos prolongados con fármacos inmunosupresores.

¿Cómo se diagnostica el herpes zóster?

El diagnóstico del herpes zóster es, en la mayoría de los casos, clínico. Esto significa que se basa en los síntomas y signos que presenta el paciente. En algunas ocasiones, como en casos atípicos o dudosos, pueden realizarse pruebas para confirmar la presencia del virus, tales como PCR, técnicas de citodiagnóstico del contenido de las vesículas, serologías o biopsias cutáneas.

Síntomas característicos:

  • Quemazón, hormigueo y/o dolor punzante, que puede ser muy intenso.
  • Estos síntomas suelen presentarse en un solo lado del cuerpo, cuello o cara, siguiendo el recorrido de un nervio sensorial.

Signos visibles en la piel:

  • Enrojecimiento y la aparición de un sarpullido con pequeñas vesículas o ampollas llenas de líquido, agrupadas en forma de banda.
  • Estas lesiones suelen aparecer 4-5 días después del inicio del dolor.

¿Qué es la neuralgia postherpética y cómo se trata?

La neuralgia postherpética es una de las complicaciones más comunes del herpes zóster. Se caracteriza por un dolor crónico que persiste más allá de un mes tras la resolución de las lesiones cutáneas.

¿Por qué ocurre?

El virus varicela zóster, al reactivarse, irrita los nervios sensoriales, provocando dolor, picor y quemazón. En algunos casos, esta irritación puede dañar las raíces nerviosas, dando lugar a un dolor residual que puede llegar a ser incapacitante.

¿Quién tiene más riesgo?

  • Personas mayores de 60 años.
  • No necesariamente está relacionado con la gravedad de las lesiones cutáneas durante la fase aguda.

Opciones de tratamiento:

  • Analgésicos, incluidos opioides en casos severos.
  • Antidepresivos tricíclicos, como nortriptilina o amitriptilina.
  • Antiepilépticos, como gabapentina, pregabalina o carbamazepina.
  • Técnicas intervencionistas: infiltraciones con toxina botulínica o bloqueos nerviosos con anestésicos locales o corticoides.

Tratamiento del herpes zóster en fase aguda.

El tratamiento se centra en:

  1. Lesiones cutáneas: Uso de povidona yodada, antibióticos tópicos o fomentos con sulfato de zinc para acelerar el secado de las vesículas y evitar infecciones secundarias. El aciclovir tópico no ha demostrado efectividad en estas lesiones.
  2. Dolor: Analgésicos de diferentes escalones, llegando a emplear opioides en casos graves, además de fármacos que bloqueen la transmisión del dolor, como los antiepilépticos.
  3. Antivirales: Aciclovir, famciclovir, valaciclovir y brivudina. Estos medicamentos son especialmente eficaces si se administran de forma precoz, ya que aceleran la curación y reducen el riesgo de neuralgia postherpética. Por norma general, todo herpes zóster tiene indicación de tratamiento oral.

¿Los pacientes inmunodeprimidos tienen mayor riesgo de complicaciones?

Sí, las personas inmunodeprimidas tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones asociadas al herpes zóster.

Aunque en la mayoría de los casos el herpes zóster es un proceso autolimitado que se resuelve en una o dos semanas, en pacientes con un sistema inmunológico debilitado el virus puede diseminarse más allá de la piel y el nervio afectado.

Complicaciones posibles en inmunodeprimidos:

  • Afectación ocular.
  • Meningitis o encefalitis (afectación del sistema nervioso central).
  • Miocarditis (inflamación del corazón).
  • Estas complicaciones pueden ser graves e incluso poner en riesgo la vida del paciente.
  • Formas cutáneas graves con úlceras y necrosis.

¿Por qué es importante el diagnóstico y tratamiento precoz?

El diagnóstico y tratamiento temprano del herpes zóster son fundamentales para prevenir complicaciones y reducir el riesgo de neuralgia postherpética.

Beneficios del tratamiento precoz:

  • Acelerar la curación.
  • Reducir la intensidad y duración del dolor.
  • Evitar complicaciones en pacientes de alto riesgo, como personas mayores, inmunodeprimidos o con comorbilidades.

Si presentas síntomas como dolor localizado y erupciones cutáneas, consulta a un médico lo antes posible para recibir el tratamiento adecuado.

El herpes zóster es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona que haya tenido varicela, pero su incidencia aumenta con la edad y en personas inmunodeprimidas. El diagnóstico clínico y el tratamiento temprano son clave para reducir el riesgo de complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente.

Si tienes síntomas de herpes zóster o perteneces a un grupo de riesgo, en Viamed podemos ayudarte con un diagnóstico y tratamiento adecuado. Consulta a nuestros especialistas.

Preguntas frecuentes sobre el herpes zóster

¿El herpes zóster es contagioso?
No se transmite como tal. Sin embargo, el líquido de las vesículas puede contagiar varicela a personas que no la han pasado ni están vacunadas. Mantén las lesiones cubiertas hasta que se sequen.
¿Cuánto tiempo dura el herpes zóster?
Habitualmente entre 2 y 4 semanas. El dolor puede persistir más tiempo en algunos pacientes, sobre todo si aparece neuralgia postherpética.
¿Cuándo debo acudir al médico?
Ante dolor localizado con hormigueo o quemazón y erupción en banda en un lado del cuerpo, cara o cuello. El tratamiento antiviral es más eficaz si se inicia de forma precoz.
¿Qué es la neuralgia postherpética?
Es un dolor persistente que puede durar más de un mes tras la curación de la piel. Es más frecuente a partir de los 60 años y puede requerir analgésicos, antidepresivos tricíclicos o fármacos antiepilépticos.
¿Cómo se trata el herpes zóster en fase aguda?
Con antivirales orales (p. ej., aciclovir, valaciclovir, famciclovir o brivudina) iniciados pronto, analgesia escalonada y cuidados de las lesiones para evitar infecciones secundarias.
¿Se puede prevenir el herpes zóster?
Existen vacunas que reducen el riesgo de padecer herpes zóster y de complicaciones como la neuralgia postherpética, especialmente recomendables en personas mayores.

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